¿Qué sería de Puebla sin su comida deliciosa, pero sobre todo sin sus dulces típicos?
Ir al Centro Histórico de la ciudad de Puebla y no pasar por una de las calles más conocidas por su tradición e historia, y por sus locales que llenan de color el ambiente y de antojo a los visitantes, es imperdonable. Se trata de la 6 Oriente, donde el pecado de la gula podría ser perdonado si se toma en cuenta el único y exquisito sabor de los dulces típicos poblanos que adornan las vitrinas de infinidad de tiendas a lo largo de sus aceras.
Antiguamente llamada como la calle de Santa Clara, la hoy “calle de los dulces” tiene tantos atractivos como variedad de golosinas y es que además de los manjares elaborados por monjas y artesanos, encontraremos imponentes edificios religiosos así como la Casa de los Hermanos Serdán, hoy Museo Regional de la Revolución Mexicana.
Pero volvamos a los deliciosos dulces típicos poblanos, éstos son una fusión de culturas como la árabe, española e indígena, muchos de ellos fueron creados en los conventos en tiempos coloniales y hoy en día siguen siendo una tradición gracias a su elaboración artesanal con los mejores ingredientes.
La importancia de los dulces no sólo se remitió a la gastronomía poblana, sino que incluso alcanzó a su arquitectura, ya que existe un edificio en el cual, principalmente en sus cornisas, imitaron las caprichosas formas de los alfeñiques, esos ricos dulces de pasta de azúcar con aceite de almendra: la Casa de Alfeñique, una joya colonial, hoy museo, ubicada en la 4 Oriente número 416.
Si bien es cierto que en cada estado de la república y en cada país los dulces son algo distintivo, no se puede negar que Puebla ocupa un lugar importante por la gran variedad de estos productos, a cuyos sabores, aromas, colores, formas y diseños, nadie se resiste.
Variedad de sabores
La lista de dulces típicos poblanos es extensa, pero empecemos por uno de los más representativos: los camotes, que fueron creados por las monjas de Santa Clara, a quienes debemos casi todos los dulces que aquí se conocen.
Cuentan los relatos que el dulce de camote nació por casualidad: una monja hizo una broma a otra de las hermanas del convento y puso en una olla caliente el camote, el cual revolvió con azúcar y, ya cocido, lo batió formando una masa, con la intención de que no le agradara a nadie, ¡pero el resultado fue todo lo contrario! Hoy en día hay camotes glaseados y decorados, otros simplemente envueltos en papel de cera y puestos en sus cajitas listos para la venta, todos de diferentes sabores que se obtienen, sobre todo, de frutas.
Del camote nacen los picones, un dulce más elaborado en forma de pequeños volcanes cuya cubierta tiene como decorado azúcar. En cuanto al sabor, los hay de fresa, limón y piña, entre otros.
En la lista no pueden faltar los borrachitos, ricos rollitos o cuadritos de harina y azúcar cuyo relleno contiene un poco de licor suave, de ahí su nombre. Éstos tienen sabores muy variados y los hay de piña, fresa, limón, anís y hasta rompope, y son una verdadera delicia.
Famosas en todo el mundo, las tortitas de Santa Clara son otro de los dulces que debemos a las religiosas de este convento. Este producto, que se puede disfrutar solo o acompañado de un café, chocolate o té, está elaborado a base de harina, azúcar impalpable, huevo y manteca de cerdo, entre otros productos, y aunque delicado, su sabor, como el de los demás dulces, es exquisito.
También tenemos los muéganos, ricas pastitas de harina de trigo cubiertas de caramelo de azúcar y piloncillo.
Los alfeñiques, barras de dulce delgadas y retorcidas, a base de pasta de azúcar. Son muy utilizados en las ofrendas y altares, como los de la celebración del Día de Muertos. Entre sus muchas formas están los de calavera, ataúdes, calacas, angelitos, frutas, animalitos, casitas, entre otros.
Elaboradas con amaranto y piloncillo, las alegrías no podrían tener mejor nombre, ya que endulzan el alma y dejan una sonrisa en el corazón; además, son muy nutritivas. Se presentan regularmente en dos formas: en barra rectangular o circular.
Algunas alegrías son decoradas con pepitas, pasitas, cacahuates e incluso arándanos, lo que hace que el producto sea aún más nutritivo y delicioso. Un caso similar es el de las palanquetas, nutritivas y con piloncillo, pero teniendo al cacahuate como ingrediente principal.
Los mazapanes hechos de harina, cacahuate pelado y tostado, y azúcar impalpable, son otros dulces que con el paso del tiempo han cambiado un poco su aspecto, ya que actualmente son más elaborados y “comerciales”, aunque lo cierto es que siguen siendo muy ricos.
Otros dulces más son los polvorones, las obleas con miel, las pepitorias de colores y de calabaza, los alfajores, los crujientes buñuelos, los dulces de leche, los macarrones de piñón, los cochinitos y burritos de panela, los limones glaseados, las frutas cristalizadas, las cocadas, los merengues en sus diferentes formas, jamoncillos y muchos otros.
Todos estos dulces típicos son una delicia irresistible, así que cuando visites la ciudad de Puebla, no olvides pasar por la “calle de los dulces” (6 Oriente, entre 2 Norte y 5 de Mayo) y aprovechar la ocasión para conocer el corazón de la Angelópolis.
Las tortitas de Santa Clara
Con forma de galleta, este postre fue creado en la época de la colonia. Sus ingredientes son: agua, azúcar glass, bicarbonato, yemas de huevo, manteca de cerdo y harina, pepita de calabaza, tequesquite, azúcar y leche.
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