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Foto del escritorPuebla Magazine

HOLBOX: EL ÚLTIMO SECRETO DEL CARIBE

Por qué esta isla es el mayor objeto de deseo de todos los que viajan a México.

El paraíso tiene un nuevo nombre propio. Se llama Holbox y es una pequeña isla en la costa norte de la Península de Yucatán, en el lugar donde el Caribe se une con el Golfo de México. Aguas azul turquesa, playas de arena blanca, palmeras, bicicletas y carritos de golf como único medio de transporte, paredes cubiertas de murales, atardeceres conmovedores... ¿El rumbo? Al estado de Quintana Roo, para descubrir todo lo que esta isla mexicana tiene para ofrecer.



PROTEGIDO POR EL MAR

Llegar a Holbox no es fácil. Quizás por eso conserve su encanto intacto, porque es bien conocido que al turismo de masas los viajes complicados no le terminan de convencer. A esta pequeña isla del Caribe mexicano se llega de varias formas. La primera y más común es hacerlo a bordo de un taxi o transporte privado desde el aeropuerto de Cancún que por carreteras perdidas -durante dos horas- hasta llegar a Chiquilá, puerto desde el que tomar un ferry -de otra media hora de navegación- hasta llegar a destino. La segunda, más rápida y costosa, puede ser contratando un avión privado desde Cancún hasta Holbox. Sea cual sea la elegida, lo que espera allí es un edén tranquilo, discreto, amable... uno de esos que tantas veces se espera encontrar, pero que tan pocas veces es como se imaginaba. Pero, ¿qué hace a Holbox tan especial?


DEL PIRATEO AL HEDONISMO

Antiguo hogar de piratas, hoy Holbox es uno de los mayores reclamos turísticos para el que busca la calma en un lugar paradisiaco. Éste en concreto está rodeado por bancos de arena, lo que propicia que el mar siempre este en calma y transparente y que en los días de marea baja, sea posible ir andando hasta el fondo o mecerse por las olas sobre una de las hamacas o columpios que están instaladas sobre el mar. Ya sea la elegida la playa principal de Holbox, playa Tortuga o Punta Mosquito, ubicada en la reserva natural Yum Balam, sus contrastes entre un agua turquesa y arena blanca, quedarán marcados a fuego en las retinas de todo aquel que la visite.



FENÓMENOS NATURALES

Entre los meses de junio y septiembre, en Holbox sucede uno de los eventos más importantes para los aventureros intrépidos. Comienza la temporada en la que el pez más grande del mundo surca sus aguas y en la que tendrás la posibilidad de nadar junto a él: el tiburón ballena, un coloso de los mares. Y no hay que dejarse amedrentar por la palabra 'tiburón' porque éste es totalmente inofensivo, ya que solo se alimenta de fitoplancton. También en los meses de verano, es cuando se da el fenómeno de la bioluminiscencia, la emisión de una luz brillante por parte de organismos marinos que brilla en la orilla del mar, siempre y cuando la luz de la luna no incida sobre el agua.


ARTE A RAS DE MURO

La única forma de explorar Holbox es a pie, en bici o montado en un buggy de golf, transporte oficial de la isla. Esta es la excusa perfecta para dar un paseo por el pintoresco pueblo homónimo en el que los colores y el arte urbano toman las fachadas de casi todos los edificios. Pero, ¿por qué aquí? En 2014 se celebró la primera edición del Festival Internacional de Arte Público de México y, efectivamente, se hizo en Holbox. A partir de este momento la isla cambió por completo y gracias a ello, su valor artístico resulta incuestionable.


ATARDECERES DE INFARTO

Cuando cae la tarde el mejor plan es sentarse en la playa con un Ojo Rojo (cerveza y clamato) o Margarita en mano y esperar a que el cielo se vaya tornando en un mar de rojos, rosas, naranjas y amarillos. Otra idea es desplazarse hasta Punta Cocos, en el extremo occidental de la isla, considerado como uno de los lugares emblemáticos para ver el atardecer. Y es que cuando el día da paso a la noche y el sol se esconde tras el mar, el mágico espectáculo que sucede en el cielo es digno de recordar. Por cierto, en cuanto se va el sol, salen los mosquitos, así que no conviene olvidar llevar un repelente.



MÁS ISLAS ¡Y UN CENOTE!

En casi todas partes de Holbox ofrecen el famoso tour de las tres islas, una excursión en barco para explorar dos islas cercanas y acceder a un cenote maya. La primera es Isla Pájaros, que como su nombre indica, es el hogar de más de 150 especies de aves, entre ellas el pelícano blanco, el cormorán o el flamenco rosa, uno de los emblemas de Holbox. La segunda parada se hace en Isla Pasión, un islote que se puede rodear caminando por el mar. Con suerte, durante la travesía los delfines irán acompañando la embarcación. La tercera y más especial, es el cenote Yalahau, de aguas refrescantes y cristalinas y lugar sagrado para la cultura maya. Dicen que sumergirse en sus aguas curativas, es salir de allí como si se hubiese rejuvenecido diez años.


LANGOSTA ¡EN PIZZA!

Sorprende que en Holbox uno de los platos más célebres es la pizza de langosta. Al tener un excedente tan grande del crustáceo, han inventado mil y una maneras de presentarla a sus comensales. El pionero en hacerlo fue el restaurante Edelyn y pronto le siguieron -y superaron- otros como la pizzería Roots o Cariocas. Otros prefieren prepararla a la mexicana, servida en un taco y acompañada de ensalada y aguacate. Es el caso de Las Panchas, un restaurante de corte tradicional, donde también conviene probar sus ricos tacos de camarón o pescado empanado en su carta. Para comer los mejores pescados frescos del día, el más indicado es el restaurante grill Viva Zapata y lo mejor para terminar el es refrescarse con un helado casero o smoothie en Ángeles y Diablitos.


EL LUJO DE LO ESENCIAL

En esta isla no hay que esperar grandes cadenas hoteleras con pulserita y clases de aquagym en la piscina. No. En Holbox los hoteles proponen un lujo sencillo y en comunión con lo que es esta isla, un lugar tranquilo y sin estridencias. En primera línea de la playa holboxeña, se ubica Ser Casasandra, un hotel boutique que fuera la residencia de la artista Sandra Pérez. Sandra llegó a la isla en busca de inspiración y lo que encontró le llegó tan dentro, que decidió quedarse a vivir en Holbox. Años después compartió su hogar con los visitantes. Todo en Ser Casasandra es un sueño.


ARTE Y SABOR

La propiedad tiene ese punto arty que le dan las propias piezas de la artista y las de otros venidas de galerías de arte de Cuba. La idea es dormir a cuerpo de rey, entre doseles y sábanas de algodón egipcio, relajarse en las hamacas colgantes de cada habitación, darse un chapuzón en su coqueta piscina, tomar el sol frente al mar o abandonarse al más puro placer hedonista: la gastronomía. Y es que Ser Casasandra también es un must en cuanto a cocina se refiere. Su restaurante Ser Esencia, está capitaneado por el chef Roberto Solis, renovador de la cocina yucateca. En su carta mandan las capturas frescas del día preparadas en ceviches o tartares, unos tacos de pork belly para quitarse el sombrero o una curiosa ensalada césar preparada con recado negro. Les gusta recordar que el mismísimo René Redzepi, alma máter de Noma, dijo que aquí se había comido el mejor pescado de todo México.



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